Capítulo
7
La voz de Dae al
borde del colapsó obstruyó la paz y silencio de la sala casi inhabitada. El
castaño miró al moreno, después a la recepcionista esperando una respuesta, no
la hubo,
no quería que la hubiera. Con los ojos casi desorbitados & el
temblorin cuerpo que había
adquirido se dejó caer al suelo enterrando las rodillas sobre el solido
concreto. Se apoyó con sus manos y con la cabeza entre sus hombros dejó caer
con lentitud las primeras lagrimas. Ri lo miraba con dolor e impotencia, Bae
cerró un puño con tal fuerza que su mano
comenzó a tomar un color morado.
-Pueden…recoger
sus pertenencias e ir a identificar el cuerpo…en el piso de abajo- dijo con
toda la pena del mundo la pelinegra quien mantenía la mirada baja.
Dae
no aguantó & dejó caerse completamente sobre donde estaba desbordándose
ante tales frases ya casi extintas en el aire.
-O-
-Ya
a pasado lo peor….-la voz de un hombre
mayor a compasada del sonidito molesto que suele hacer aquel aparato que mide
el ritmo cardiaco destensó a la doctora de cabellos negros.
Los
asistentes y médicos dentro del cuarto,
por primera vez en casi 2 horas desde la
atención y tratamiento que habían dado al paciente pudieron respirar. Se
miraron entre sí y poco a poco fueron desfilando hacía la salida del cuarto 04B
dejando solos al Doctor Lee con la doctora Kwon. Ella permanecía frente a la
cama casi rocosa e incomoda donde un inconsciente y débil T.O.P descansaba
perdido en sueños. Su cuerpo casi inerte era encadenado a miles de aparatos
mecánicos que sostenían su vida en un
leve hilo flojo, mientras que era
cubierto con vendajes y más de 5 cables; su cara tenía una venda tapando su
cabeza, moretones, uno que otro rasguño y en su boca y nariz la típica
mascarilla que proporcionaba oxigeno.
El
señor ya canoso y mayor posó una mano sobre el hombro de la chica mostrándole
su apoyo.
-Deberías
salir, despejar tu mente. Él esta estable-Dijo encaminándose a la
salida.-Recuerda que esto no debe ir más allá de lo profesional. Es un paciente
más.
Se
esfumó.
-O-
El
pasillo estaba desierto, sin nadie ni nada, pronto, un característico sonido a
los tacones de unas zapatillas retumbaron en el asfalto.
-habitación…
0…4..,.-leía con dificultad una
enfermera. El flequillo de una incómoda y oscura peluca tapa sus rasgados ojos
impidiendo así la vista a un trozo de papel doblado.
La
ya cansada “enfermera” comenzaba a desesperarse. Había subido tres pisos en
busca del dichoso cuarto y con aquellos tacones, la peluca molesta, esa bata
blanca y un tapa bocas Hacían que su
búsqueda se hiciera más pesada y
odiosa.
-¿Dónde…?-suspiró
cansada.
-O-
El
sonido del mar…era interrumpido constantemente por el molesto “pii pii pii” que
marcaba el ritmo del corazón del paciente.
-¿Lo
oyes?...El Mar…-La doctora sostenía su celular cerca de la cabeza de un
pelinegro.
El
aparato emitía el sonido típico de las olas del mar, al parecer era una
grabación y a lo lejos, en la misma reproducción, las risas de unos
adolescentes se oían vagamente. La mujer comenzó a llorar en silencio, dejo de
darle Play al celular y, el mismo ya no sintonizó aquel relajante sonido
ambiental.
Lentamente
y con dureza, ella dejó de emitir
lágrimas. Se dio la vuelta dándole la espalda a él y comenzó a caminar casi
involuntariamente en dirección a la salida/ entrada de aquella habitación.
No
dijo nada, no podía.
A
fuera en el mismo pasillo CL caminaba tratando de apaciguar el escandaloso
sonido de sus tacones. Pasos, murmullos & una que otra carcajada la
alteraron, su andar se detuvo, quedó inmóvil. Estaba atrapada, ¡NO! Peor que
eso si la descubrían! No había de otra, dejó el miedo y siguió caminado, con
tranquilidad, llena de confianza ¡ESO SÍ! Con la cabeza abajo.
-UFF-
suspiró cuando el peligro había pasado.
Los 5 médicos habían pasado de largo sin notar
nada. Su ama volvió en Sí.
-0..4..B-musitó
con felicidad a leer el número de la habitación donde se encontraba parada.
Dudó…
Su
mano no respondían las ordenes que su
cerebro le daban, el picaporte se le resbalaba sobre sus dedos debido a sudor
de su palma y lo inesperable sucedió.
-Estarás
bien…-una voz acuosa sonó detrás de la puerta de madera blanca.
El
corazón se le salió. Quedó en blanco y con la mano fija sobre el picaporte ya
girado a la mitad.
--Chae
Rin…
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